No deberíamos viajar como una tarea con la que hay que cumplir, ni como una carrera para un destino. Hay que viajar por el gusto que da ver nuevos sitios porque viajar te hace mejor persona.
1. Con cada viaje que haces, te conviertes en un poco más sabio
Estas de acuerdo en probar cosas nuevas. Aceptas a las personas tal y como son. Te vuelves un poco más sabio y un poco más tranquilo.
2. Comienzas a apreciar las pequeñas cosas de la vida
Una taza de chocolate caliente en un lado de la carretera en una fría mañana de invierno te da tanto placer como un regalo.
3. Te vuelves más abierto de mente
Viajar te saca de tu zona de confort. Te encuentras con gente nueva, ves cosas nuevas y entras en contacto con culturas completamente diferentes a la tuya. El mundo ya no es un lugar extraño y ajeno.
4. Te das cuenta de que en la vida, no todo va a tu manera
A veces es un pinchazo. A veces es un vuelo retrasado. Cuando viajas, tienes que tomar todo con calma.
5. Te conviertes en mucho más paciente
Cuando un viaje en tren de 24 horas se extiende por 52 horas, no es exactamente una experiencia agradable. Pero desde ese día en adelante, las cosas triviales como las colas en los mostradores de reserva y esperar la comida en los restaurantes se vuelven irrelevantes.
6. Te conviertes en más adaptable
Viajar te enseña a ser flexible. Cuando el autobús se descompone en una aldea no tienes más remedio que montar en un carro de bueyes. Te adaptas y sigues adelante.
7. Comienzas a creer en ti mismo
Después de hacer algo tan impresionante por tí mismo, encuentras reservas de confianza en tí mismo que ni siquiera hubieras imaginado que tenías.
8. Adquieres una condición conocida como pasión por los viajes
Una vez que te pica el gusanillo de viajar, no hay vuelta atrás. Viajar se convierte en una necesidad, no una distracción.
9. Aprendes a ser agradecido por lo que tienes
Cuando ves que la gente no sólo vive, sino que prosperan en lugares tan remotos, se tiende a dejas de poner excusas para tu vida. Dejas de quejarte de las cosas pequeñas y te conformas con lo que tienes.
10. Te acercas más cerca a la naturaleza
Una vez que has pasado una noche acostado boca arriba, mirando a una luna tan grande que se podría extender la mano y tocarla, la vida de la ciudad nunca será igual otra vez. La madre naturaleza tiene tu alma ahora.
11. La soledad no te molesta más
Esto se debe a que has llegado a darte cuenta de tu verdadera naturaleza. Cuando estás solo es cuando que finalmente puedes escuchar tu propia voz. Te conviertes en tu propio amigo.
12. Aprendes a poner las cosas en perspectiva
¿Qué vas a recordar cuando estés a punto de morir? Ese móvil que compraste? O la majestuosa vista de la cordillera del Himalaya que te hizo darte cuenta de lo pequeño que eres realmente en este universo?
13. Las personas que encuentras en tus viajes cambian tu forma de pensar acerca del mundo
Tenemos la tendencia a estar alrededor de la gente que nos gusta. Las personas que son como nosotros y comparten intereses y gustos similares. Pero cuando viajas, tomas un riesgo. Te encuentras con las dos maravillosas y horribles personas. Y van a colorear tu visión del mundo, para bien o para mal.
14. Se aprende que es el viaje el que es importante. El destino, no tanto.
El destino es la excusa. Es el viaje que te deleita, te cambia y te hace una mejor persona. Es el viaje el que te enseña todas las lecciones.